Revista Brasileira de
Direito Aeronáutico e Espacial

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PERSPECTIVAS DEL CONTRATO DE SEGURO AERONÁUTICO

 

José Pedro Pollak Varela*

1. Introducción

El presente artículo se propone exponer la situación actual del contrato de seguro aeronáutico y fundamentalmente sus perspectivas en un futuro más o menos cercano.

A mediados del siglo XX Lucien Febvre decía que el ritmo de las revoluciones técnicas, tan furiosamente acelerado, engendra cada diez o quince años en nuestras sociedades verdaderas mutaciones psicológicas que corresponden a nuevos cambios. En ese momento ya visualizaba que esas mutaciones generarían cambios tecnológicos o sociales como el ferrocarril, los automóviles, los aviones, la energía atómica y —agregamos nosotros— las comunicaciones, la superpoblación, la informática, Internet y la globalización.

Esto ha hecho que ese ritmo propio, esa aceleración prodigiosa de las transformaciones, ahonde cada vez más la fosa que separa generaciones y rompe tradiciones1, es decir, estructuras y sistemas creados y conservados para atender a determinadas necesidades se encuentran pronto en la imposibilidad de servir al objeto para el cual se crearon y para el cual funcionaron adecuadamente durante muchos años.

La aparición de esas nuevas tecnologías hizo surgir fenómenos nuevos que modificaron de manera radical el comportamiento tradicional del contrato de seguro. Como paradigmas de ello tomaremos el terrorismo y el cambio climático.

En tal sentido trataremos de aportar ideas para entender cómo se ubica en la actualidad el aseguramiento de la actividad aeronáutica, así como escrutar hacia dónde es posible dirigirla de manera que pueda continuar sirviendo al comercio y a la civilización en general de una manera semejante a la que ha venido cumpliendo hasta el presente.

2. Objeto del contrato de seguro

El seguro aeronáutico, si bien no es un componente económico de las estructuras esenciales del transporte aéreo, tiene un objetivo que en los hechos se ha convertido en un factor fundamental de esos aspectos económicos.

Los elementos básicos para el transporte aéreo están constituidos por los siguientes actores: aeronaves, infraestructura y ayudas a la navegación, personal aeronáutico y pasajeros o mercaderías a transportar.

Pero hoy en día no es concebible el transporte de mercaderías o incluso la celebración de contratos por los cuales las compañías adquieren el uso y goce de aeronaves, ni el funcionamiento de una infraestructura, sin el respaldo de un sistema de división, dispersión o traslado de los riesgos que evite que el impacto de un siniestro recaiga sobre un solo actor.

La actividad aeronáutica tiene sus riesgos, los cuales en ciertas circunstancias pueden materializarse en siniestros que ocasionan perjuicios y éstos pueden terminar en responsabilidad y la consiguiente obligación de reparar. En consecuencia, el seguro desplaza el riesgo.

Fernando Aguirre y Cecilia Fresnedo hacen una correcta caracterización de la estructura funcional de ese contrato cuando analizan la definición de seguro dada por el Código de Comercio Uruguayo y la califican como extremadamente individualista. En efecto, dicha norma establece:

Es un contrato por el cual una de las partes se obliga, mediante cierta prima, a indemnizar a la otra de una pérdida o de un daño, o de la privación de un lucro esperado que podría sufrir por un acontecimiento incierto. Aguirre y Fresnedo expresan que esa definición es absolutamente insuficiente, por cuanto lo concibe como un contrato entre dos personas libres que actúan en forma aislada y separada de un sector de la sociedad. Sin embargo, el seguro sólo es concebible:[…] como un fenómeno económico y social en un contexto que abarca a un importante número de personas sometidas a un mismo riesgo. En consecuencia, la pérdida se distribuirá entre un gran número de personas expuestas al mismo acontecimiento accidental e imprevisible. O sea, funciona como una gran red solidaria, para que el asegurado no soporte individualmente el riesgo.

Por eso, según la definición antedicha, [la idea de] dos individuos aislados que pactan un seguro se asemeja más a un juego de azar.

Sólo hay seguro donde hay una gran cantidad de sujetos sometidos a un riesgo común, y sólo hay asegurador donde hay alguien que organiza el esfuerzo para lograr convencer a todos esos sujetos de que pongan un aporte mínimo periódico a cambio de sufrir el riesgo entre todos.2

O sea, el contrato de seguro, para que opere como tal, debe comprender a un gran número de personas o cosas sometidas a un mismo riesgo. Por eso la figura del asegurador debe ser empresarial y permanente, en el sentido de que debe ser algo habitual y no accidental o aislado.

Debemos concluir entonces que una empresa de seguro agrupa a personas o cosas sometidas a un mismo riesgo y, luego de los estudios correspondientes, organiza un seguro determinado. Volveremos sobre este aspecto cuando analicemos quiénes son en la actualidad aquellos sometidos a un mismo riesgo.

3. Determinación de la tarifa

El riesgo y la prima correspondiente surgirán principalmente de dos factores:

a) el cálculo actuarial y

b) las posibilidades de recupero.

3.1. Cálculo actuarial

El objetivo del cálculo actuarial es establecer elementos y criterios que permitan fijar una tarifa. Trata de determinar el costo de la siniestralidad, es decir, el monto esperado de los siniestros ocurridos por el riesgo cubierto.

Para ello se debe contar con información confiable, proporcionada por instituciones reconocidas, nacionales o internacionales. Asimismo, dicha información debe ser homogénea, por lo que debe corresponder a unidades (personas o cosas) expuestas en condiciones similares o iguales a riesgos del mismo tipo. Y con esa información se deben aplicar métodos estadísticos o modelos de credibilidad a fin de valorar el riesgo en cuestión.

Todo ello tiene como propósito dotar a la empresa de una definición clara y precisa del riesgo a cubrir.

El cálculo actuarial hace una reflexión retrospectiva para obtener las probabilidades futuras de que ocurra un siniestro. Hoy en día este análisis es materia de sofisticados cálculos y operaciones econométricas.3

3.2. Posibilidades de recupero

Las posibilidades de recupero se asientan en algunos factores claves:

Tipos de eventos cubiertos. A modo de ejemplo, en seguros de incendios en los que no hay nadie contra quien reclamar y el evento dañoso genera pérdida total, las posibilidades de recupero son diferentes que en un daño a las mercaderías ocurrido en un contrato de transporte. En este último caso se puede recuperar lo pagado a la empresa transportista.

Jurisprudencias nacionales. También son importantes las jurisprudencias nacionales para el tratamiento de determinadas situaciones fácticas (si la culpa grave hace caer o no los límites de responsabilidad, cuáles son los parámetros para considerar la existencia de la culpa grave etc.).

Posibilidades reales de recupero. También las posibilidades reales de cobro (en caso de una eventual condena), en función del poderío económico de la empresa responsable, se deberán tener en cuenta a la hora de establecer la prima.

4. Dificultades para efectuar cálculos de probabilidades en la industria de la aviación
4.1. Primera etapa

Para el desarrollo de este trabajo tomaremos la clasificación elaborada por el maestro Álvaro Bauzá Araujo en su ponencia presentada en las XV Jornadas Iberoamericanas de Derecho Aeronáutico y del Espacio y la Aviación, celebradas en Punta del Este en octubre de 1985. Este autor divide los riesgos que deben ser considerados por las pólizas en riesgos operacionales y riegos no operacionales o políticos.

En la primera etapa, del nacimiento y desarrollo de la aviación comercial, los riesgos que se consideraban eran de tipo operacional, ocasionados por las dificultades técnicas propias de la época.

La precariedad e inseguridad de los primeros equipos se fue superando paulatinamente, de la mano del progreso de la aerodinamia, de los materiales, diseños y, en general, de todo el progreso tecnológico. Lo mismo ocurrió con los sistemas de infraestructura aeronáutica, así como con las ayudas a la navegación. Por último, el aprendizaje de las personas que operaban los equipos significó un penoso y heroico camino que recorrieron pioneros, generalmente vocacionales, quienes pagaron incluso con sus vidas.

Esas grandes dificultades favorecieron el establecimiento de sistemas de limitación de la responsabilidad del transportista aéreo, como forma de hacer viable económicamente a la empresa aeronáutica. No se adoptó un sistema de reparación integral de los daños causados por el ejercicio de la aviación, sino el de la limitación de la responsabilidad.

Los ejemplos más característicos de ello son, para el transporte, la Convención de Varsovia, y para daños a superficiarios en operaciones de vuelo, el Convenio de Roma. Esa protección en materia de convenciones que tuteló inicialmente al transporte internacional fue recogida por casi todos los códigos aeronáuticos del mundo, como legislación interna.

En definitiva, lo que se buscó fue que el monto de la reparación no constituyera una restricción económica para el desarrollo de la aviación, por cuanto ninguna empresa estaba en condiciones de soportar el impacto de fuertes indemnizaciones.

Todo ello derivó en que se dejara de lado el principio general de la reparación integral de los eventuales daños causados por esa actividad y tuvo una consecuencia sobre el contrato de seguro, dado que las primas fueron razonablemente absorbidas por quienes utilizaron el transporte aéreo.

Desde que se celebró la primera póliza de seguro aeronáutico, en 1912, por el Lloyds de Londres, hasta los últimos 40 años, los únicos riesgos considerados por las empresas aseguradoras para sus cálculos probabilísticos fueron riesgos operacionales: fallas en la construcción, el mantenimiento, el pilotaje, las ayudas a la navegación y la infraestructura. En lo que a la carga se refiere, todas las precauciones estaban orientadas a su manejo:

  • buen acondicionamiento, embalaje y estiba;
  • criterios para evitar retardos, pérdidas, robos o roturas.
4.2. Segunda etapa

Los notables avances tecnológicos en todas las áreas —la construcción de aeronaves, los equipos de ayuda, de infraestructura, la instrucción de pilotos, más los modernos sistemas logísticos de seguimiento de la carga y las posibilidades de efectuar una correcta trazabilidad de los recorridos de las mercaderías— hicieron prever un descenso sustancial de las primas por los seguros aeronáuticos, en proporción directa al aumento de las seguridades. Sin embargo, una serie de factores obligaron a mantener las primas en guarismos muy altos.

Por un lado, los adelantos tecnológicos permitieron ofrecer al mercado una enorme cantidad de equipos de vuelo. Por otro, la incorporación de instrumentos financieros para adquirirlos (leasing para aviones y financiación para pasajeros y mercaderías) aumentó el flujo de personas y volúmenes transportados. Estos factores generaron nuevas vulnerabilidades:

  • el congestionamiento en los cielos, en razón del incremento de aeronaves que operan, aterrizan y despegan comprimidas en estrechos espacios territoriales y temporales;
  • el altísimo costo de las aeronaves modernas, sumado a la gran capacidad de transporte de pasajeros y mercaderías, que hacen que, en caso de accidente, las pérdidas probablemente sean totales (a diferencia del transporte terrestre y muchas veces del marítimo, en los que son frecuentes los daños parciales).

La concentración económica en el transporte aéreo es de tal magnitud que un incidente puede exceder las posibilidades de una compañía, lo que justificó el surgimiento de los reaseguros. Las estadísticas, por su parte, se ven afectadas por la velocidad del avance de la tecnología, que limita el estudio de ciclos a secuencias temporalmente cortas. Gran parte de lo que ocurrió hace cinco o seis décadas resulta hoy de escasa o nula relevancia a la hora de escrutar el futuro. El violento progreso hizo que muchos datos y análisis basados en la experiencia perdieran utilidad.

Por ejemplo, no tiene valor para dicho cálculo un accidente atribuible a la falta de limitación horaria para los pilotos, causado por el cansancio físico-psíquico, cuando en la actualidad existen severas regulaciones al respecto.

El período de tiempo razonablemente apto para tirar líneas de eventos semejantes es entonces sumamente breve, lo que aumenta la incertidumbre. La forma de protección que han encontrado las compañías aseguradoras es compartir el riesgo con otras (reaseguros, coseguros) y aumentar las primas.

4.3. Tercera etapa

En la década del sesenta surgió un fenómeno nuevo, que Álvaro Bauzá caracteriza por los riesgos políticos o riegos no operacionales que comenzaron a afectar el normal desarrollo del transporte aéreo. Nos referimos a aquellos provocados por el terrorismo.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, el término terrorismo tiene varias acepciones: “Dominación por terror”, “Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”.

La gran diversidad de fines y acciones terroristas impide establecer una definición aceptada por la comunidad en general. No obstante, hay factores constantes, como la intención de desestabilizar y provocar tensiones, tanto dentro de los Estados como en el ámbito internacional. 4

Generalmente se caracteriza al terrorismo por tener finalidades políticas. Nosotros entendemos que su espectro es mayor, y puede también comprender motivaciones religiosas, culturales o rivalidades ancestrales entre diversas civilizaciones. Lo relevante y que dota a la conducta terrorista de un mayor disvalor es la finalidad desestabilizadora. 5

Un común denominador cada vez más frecuente es que el espacio geográfico de su ámbito de actuación se extiende más allá de las regiones del conflicto. Es por ello que afecta a individuos que nada tienen que ver con el problema causante del acto terrorista, sin que los actores tengan reparos en causar daños colaterales ilimitados, lo que lo vuelve impredecible. 6

Podría pensarse, con razón, que los incidentes terroristas en la industria han disminuido, pero el riesgo percibido por la sociedad es altísimo y se ve aumentado por el miedo, que actúa como un gran amplificador. 7

La aviación aparece como uno de los medios más propicios para generar el terror. El terrorismo tiene un fuerte impacto en la industria aeronáutica, de los viajes y del turismo.

Las primeras medidas preventivas surgieron de las propias compañías, que comenzaron a tomar mayores precauciones, ayudadas, por supuesto, por las autoridades aeroportuarias. Por ejemplo, aviones de bandera de los países más sensibles a ese riesgo hacían viajar como pasajeros en todos los vuelos a agentes de seguridad entrenados especialmente. Se incorporaron equipos de rayos X para el control del equipaje de mano, a los efectos de impedir el ingreso de artefactos explosivos, armas, etc.

Pese a estas precauciones, la nueva situación afectó seriamente la confección de los cálculos actuariales, pues las estadísticas se vieron alteradas por la aparición de un fenómeno nuevo, no previsto en los estudios econométricos anteriores. Se debieron considerar, dentro de lo posible, la secuencia de los siniestros provocados por el terrorismo, cuáles eran las banderas más sensibles, cuáles las rutas con mayores probabilidad de que ocurrieran eventos.

Pero el elemento nuevo que acompañaba a estas secuencias era el factor intencional. En los tiempos anteriores, los riegos realmente evaluados con seriedad fueron exclusivamente operacionales; en cambio, en esta etapa aparecía uno derivado de la voluntad del hombre de manifestar reivindicaciones a través de la alteración a la actividad aviatoria, por motivos políticos, religiosos, étnicos o incluso por aspectos que hacen al delito económico.

Este cúmulo de circunstancias hace de difícil previsión el comportamiento terrorista. Una acción humana intencional estará diseñada de forma inteligente para lograr el resultado esperado. Por lo tanto, tratará eludir los caminos que puedan prever quienes hacen pronósticos para las compañías de seguros. Encontrará seguramente qué lugares son identificados como sensibles y cuáles están descuidados por ser considerados poco relevantes, y tratará de eludir tales previsiones. Entonces cabe la posibilidad cierta de que esos actos se perpetren en lugares o vuelos considerados como menos expuestos, a los efectos de asegurar el resultado de la operación.

Para cubrir estos nuevos riesgos se debió recurrir a pólizas separadas, que tenían un costo mayor, o bien a una póliza principal que cubría los riesgos operacionales y una póliza adicional que cubría los riesgos políticos. El contrato era el mismo, pero recaía sobre riesgos diferentes. Las primeras acciones terroristas consistieron en el secuestro de aviones o incluso en la destrucción de equipos. Por encima de la tragedia que ello significa, desde el punto de vista económico los daños estaban acotados al costo del avión, las personas que viajaban y las mercaderías transportadas, a los que podían agregarse los eventuales daños a superficiarios.

4.4. Cuarta etapa

Las modalidades de acción terrorista evolucionaron de una manera dramática. Los riesgos no operacionales sufrieron un cambio cualitativo cuyo punto de inflexión se ubica en los atentados del 11 de setiembre de 2001, cuyas características totalmente novedosas afectaron el contrato de seguro en su totalidad, sus costos en particular y el transporte aeronáutico todo.

4.4.1. Uso del avión como medio

El fin último no fue secuestrar o derribar un avión, en cuyo caso, como vimos, las posibles pérdidas podían ser razonablemente cuantificadas. En este caso se secuestró el avión para utilizarlo como arma, a fin de destruir un objetivo determinado de valor político o económico. Entonces los daños ya no se limitan al equipo y lo que contiene, sino que comprenden también los daños que se pueda causar al objetivo elegido.

4.4.2. Dirty bombs

Junto con la anterior apareció otro método intencional de igual dimensión. Nos referimos a las denominadas dirty bombs.

Las bombas sucias son artefactos explosivos que diseminan elementos radiactivos en la atmósfera. Son de fabricación sencilla y barata, lo que las hace pasibles de ser utilizadas por elementos terroristas. Tienen varios estamentos de efectos.

También están los denominados manpads, misiles portátiles que pueden impactar en aviones o ciudades. Son fáciles de transportar y ocultar, con un peso no mayor de 25 kilos. Los manpads son fabricados por los países y sólo pueden comercializarse entre ellos. No obstante, existe una suerte de mercado negro que desvía estas armas hacia personas o asociaciones terroristas.

Cabe agregar que dichas bombas pueden confeccionarse con materiales bioquímicos contaminantes o através del uso hostil de dispositivos electromagnéticos o elementos ionizantes.

Estos artefactos tienen también diversos niveles de efectos.

  • Los efectos inmediatos son la muerte de personas y la destrucción de áreas directamente impactadas.
  • Los importantes efectos mediatos están constituidos por el daño que ese producto altamente contaminante ocasiona en las personas y en los territorios. Muchos sobrevivientes a la explosión podrían morir envenenados radiactivamente semanas, meses o años después.
  • Además, la incidencia del cáncer y otras enfermedades puede aumentar a largo plazo.
  • Muchas áreas pueden quedar contaminadas, por lo que se requiere desocuparlas e incluso demoler edificios. Cuanto más densamente poblada esté una zona, mayor será el gasto en descontaminación.

Los vehículos o medios utilizados para transportar tales armas pueden ser contenedores o pallets, dentro de los cuales se los oculta y/o controla mediante sofisticados mecanismos de activación, de forma que impacten cuando la carga se encuentra en el lugar elegido. En consecuencia, el transporte aéreo se utiliza como medio para introducir esos elementos de destrucción masiva.

Todo ello hace sumamente dificultoso el cálculo de los eventuales daños, puesto que las consecuencias catastróficas pueden tener una extensión totalmente imprevista.

Los acontecimientos del 11 de setiembre causaron a las aseguradoras y otras empresas daños de todo tipo y reclamaciones ante todas ellas, así como ante el Estado. Las compañías aseguradoras sufrieron pérdidas de tanta significación que algunas de ellas quebraron y otras no tuvieron más alternativa que trasladar parte de las pérdidas a los usuarios.

5. Cambio climático

La visualización de nuevos riesgos no se limitó al terrorismo, dado que casi inmediatamente comenzó a percibirse con fuerza la incidencia del denominado cambio climático.

Si el 11 de setiembre del 2001 fue un punto de inflexión en cuanto al terrorismo en general y al terrorismo aeronáutico en particular, el año 2005 lo fue respecto al cambio climático y su impacto en la industria del seguro, y el huracán Katrina se convirtió en su triste emblema.

En el ámbito científico se discute si estamos ante un cambio del clima por acciones del hombre, producto de la aceleración industrial, o si estos fenómenos responden a ciclos naturales del planeta. Lo cierto es que el período de huracanes en el Caribe se ha extendido fuera de sus límites normales y que la intensidad de dichos huracanes fue mayor que las medias ordinarias.

El impacto del Katrina para la aviación fue enorme. Afectó las plataformas de extracción de petróleo en el golfo de México, lo que elevó los precios. Los analistas entienden que esa alza no es momentánea sino que llegó para quedarse.

Una de las industrias que más sufren el alza de los precios de los combustibles es la aeronáutica. Éste fue un factor de peso para que algunas de las más importantes aerolíneas de Estados Unidos se encontrasen próximas a una declaración de quiebra. Según Giovanni Bisignani, director de la IATA, “el combustible es el quinto jinete del Apocalipsis, principal factor que obliga a cambios estructurales”.

Se estima que las pérdidas económicas provocadas por el mencionado huracán fueron bastante superiores a aquellas ocasionadas por el 11-S. El Katrina golpeó fuertemente las economías generales al causar pérdidas materiales, eliminar fuentes de trabajo, afectar gravemente al comercio, etc.

En conclusión, estamos ante la presencia de riesgos globales con características catastróficas, cada vez más interdependientes.

6. Efectos y medidas tomadas

Las compañías de seguros, ante la evidencia que los nuevos riesgos han llegado para quedarse, han utilizado, entre otras, las siguientes herramientas para protegerse:

  • aumentar las primas;
  • dispersar el riego intensificando la contratación de reaseguros o coseguros;
  • limitar los montos de cobertura por cada evento;
  • excluir de la cobertura determinados riesgos.
6.1. Aumento de primas

Evidentemente hubo un aumento en las primas pagadas, de manera que, por cada pasajero o kilo transportado, la industria tuvo que considerar un plus destinado a sufragar un incremento en los seguros. Este incremento fue de entre USD 0,80 y USD 1,50 por cada pasajero, lo que anualmente significa una cantidad considerable de dinero transferida del sector aeronáutico al sector de los seguros.

Pero el aumento de la prima, pese a ser una condición necesaria, ni de lejos alcanza a resolver el problema. La prima surge, como hemos visto, de un cálculo actuarial basado en el análisis metodológico que proporciona la experiencia de siniestros semejantes en grupos similares.

Dado que no existen situaciones razonablemente comparables, estamos ante la presencia de los denomina-dos daños catastróficos, en los que la evaluación de cada evento significa una situación diferente. Esto ha descartado la prima como instrumento apto para proteger al sistema. Los datos que se pueden obtener de la realidad no son confiables, por lo que las consecuencias se vuelven incalculables.

6.2. Reaseguros y coseguros

Mediante el reaseguro, la empresa aseguradora celebra un contrato con una empresa reaseguradora, por el cual ésta contrae frente a la primera una parte de las obligaciones que aquélla había contraído con el asegurado, a cambio de una prima. La reaseguradora no tiene relación contractual con el asegurado, por lo que, desde el punto de vista estructural, se trata de un contrato independiente del contrato de seguro.

Su objeto es protegerse de las consecuencias de los seguros otorgados por la aseguradora cuando exceden su capacidad y conveniencia, transfiriendo una parte de esos riesgos al reasegurador. Por lo tanto, el contrato de reaseguro se celebra con posterioridad al contrato de seguro.

El coseguro, por su parte, es un contrato en el que la empresa aseguradora comparece junto con la coaseguradora para celebrar el contrato con el asegurado. Al formar parte del contrato de seguro, el coasegurador tiene una relación directa con el asegurado, por lo que en este caso no se puede hablar de un contrato independiente. El asegurado abona la prima y ésta se divide entre los participantes según las proporciones que hayan acordado.

La función del coseguro es similar a la del reaseguro, en cuanto tiene por objeto la división o transferencia de parte de los riesgos inherentes a esa actividad, con la diferencia de que el compromiso nace en el momento de celebrarse el contrato. 8

No obstante, estos instrumentos tienen las mismas dificultades que aquellos que afectan la fijación de las primas. Es decir, los posibles daños por eventos deben cuantificarse, a los efectos de establecer financieramente la conveniencia de tomar un coseguro o reaseguro, y esa cuantificación presenta idénticos problemas.

Es por ello que este mercado se ha enlentecido y contraído. El sistema de reaseguros y coseguros se restringió fuertemente y la industria del seguro destinó cantidades fijas, muchas veces arbitrariamente bajas, para atender necesidades por regiones y por actividades. En consecuencia, cada compañía asignó a cada región una suma total de riesgos a asumir, así como una cuota dentro de cada grupo de riesgos.

Esa dificultad para obtener reaseguros hizo que las compañías aseguradoras bajaran su exposición y adoptaran una actitud conservadora, disminuyendo las sumas asignadas y las cantidades a tomar por cada grupo de riesgo.

6.3. Limitación del monto cubierto

La cobertura máxima por evento se limitó a USD 50:000.000, extremo que podría hacer pensar en una estabilidad respecto al cálculo de riesgo por parte de las empresas de seguros. Sin embargo, allí no estaba la solución. Este criterio resuelve la dificultad de cuantificar o acotar los daños en cada evento, pero no soluciona el otro aspecto de igual importancia, que es la estimación de las probabilidades de que ese evento ocurra. Es decir, la limitación del monto cubierto no constituyó una herramienta apta para mejorar el problema de la imprevisibilidad.

6.4. Exclusiones

Luego del 11-S se generó una retracción o disminución, a escala mundial, en el monto de las inversiones destinadas a cubrir riesgos en materia de seguros, y se consolidó en los hechos un monto máximo a asegurar por evento que resulta inferior al necesario para cubrir los eventuales daños. Asimismo, y con muy poca diferencia de tiempo, se comenzó a percibir la importancia de las catástrofes provocadas por la naturaleza atribuidas al cambio climático, por el momento totalmente imprevisibles.

Ante tales incertidumbres, la implantación de exclusiones constituyó una consecuencia necesaria. En los contratos de seguros comenzaron a aparecer, en forma individual, cláusulas de exclusión de riesgos.

Los análisis de la situación a la luz de los nuevos escenarios imperantes, las relaciones y los equilibrios entre la responsabilidad de los transportadores y la asegurabilidad de los riesgos por parte de la OACI no se hicieron esperar. En tal sentido, ALADA presentó una nota de estudio a la OACI. 9

Es que las compañías aseguradoras, de manera individual y en forma progresiva, comenzaron a imponer en sus pólizas mecanismos de salvaguarda que afectaban a la industria aeronáutica en su conjunto, ya fuera por impedirle cumplir con la exigencia de contar con seguros adecuados

o bien porque dichos seguros no eran suficientes para cubrir la responsabilidad civil de un evento catastrófico. De ello se derivaba que toda empresa que operara estaba expuesta a quebrar. Los instrumentos siguientes, impuestos cada vez con mayor frecuencia por las aseguradoras, no daban muchas alternativas:

  • Limitación del monto total asegurado a USD 50.000.000.

  • Facultad de cancelar unilateralmente la póliza, con plazo vigente, con un preaviso de 7 días, sin responsabilidad de tipo alguno.
  • Incorporación en los contratos de seguros de exclusiones respecto a actos terroristas en general, secuestros de aviones, uso de armas químicas, biológicas, radiactivas, electromagnéticas o ionizantes.

Pese a la imposición de tales limitaciones, los estados continuaron exigiendo al transportista que mantuviera seguros de responsabilidad adecuados para cubrir sus responsabilidades jurídicas.

Por otra parte, la facultad de cancelación del contrato con un preaviso tan corto ha impedido a las compañías confeccionar planes de negocios sustentables. A modo de ejemplo, la mayor parte de la flota de transporte está en manos de las compañías aéreas mediante contratos de leasing. Cuando el dador entrega el uso y goce de una aeronave, normalmente exige que la actividad que proyecta efectuar el tomador esté cubierta por seguros adecuados. Tales limitaciones también dificultaron esta operativa.

Con esas perspectivas, la IATA presentó una nota a la OACI en la que postula:

[…] los actos de terrorismo están dirigidos a los Estados y las compañías aéreas y la infraestructura de transporte aéreo se utiliza meramente como sustituto [como vehículo, diríamos nosotros]. Como tales los gobiernos han de proporcionar las garantías necesarias de cobertura y/o de indemnizaciones en todos los actos de terrorismo, sea que un mercado de seguros pueda o no proporcionar tal cobertura.10

7. Exclusiones permanentes

Fue tal la falta de confiabilidad de los cálculos actuariales o simplemente la imposibilidad de hacerlos con seriedad, que las compañías aseguradoras, en su conjunto, están decididas de manera orgánica, para cuando venzan los contratos vigentes de seguros aeronáuticos, a establecer en su renovación de manera permanente determinadas exclusiones:

  • actos de guerra en general;
  • utilización hostil de energía producto de detonación atómica mediante la fisión o fusión nuclear y la contaminación radiactiva o electromagnética;
  • uso de materiales químicos o biológicos para fines terroristas;
  • todo acto en general con propósitos terroristas o políticos que ocasione daños accidentales o intencionales;
  • secuestros de aeronaves hechos por personas a bordo de ellas sin la complicidad del asegurado.

Se estima, además, que esas exclusiones no se impondrán por un período breve, a fin de generar un mejor estudio, sino que por el momento serán incorporadas de manera permanente.

8. Consideraciones para un futuro
8.1. Medidas preventivas

No nos extenderemos sobre cuáles son las medidas preventivas, pues las consideramos notorias. Simplemente diremos que apuntan al análisis y a los sistemas de control previo de los pasajeros, de la carga y del personal que trabaja en las empresas de aviación y en otras actividades vinculadas a las operaciones aeronáuticas, así como de todo lo que pueda tener alguna vinculación con el transporte aéreo.

Estas medidas han encarecido los costos del transporte aéreo, por cuanto:

  • Aumentó notablemente el personal afectado al control de seguridad.
  • Se debió comprar sofisticados equipos de detección preventiva.
  • Se alargaron los tiempos de embarque y desembarque de pasajeros. Si se suma el tiempo adicional que pierde cada pasajero en el mundo a lo largo de un año y el tiempo adicional del personal que los operadores deben poner a disposición para tales tareas, se puede afirmar que una parte importante del tiempo útil laboral del mundo se utiliza para el control de la seguridad aeronáutica.
  • Se enlenteció el transporte de carga. La ventaja principal del transporte aéreo es la velocidad que tiene el embarcador de entregarla en destino, por lo cual paga un precio más elevado en el flete, pero esa velocidad se ha visto frenada por los controles de seguridad, tanto cuando se recibe la carga para embarcar como cuando se la entrega en destino, de manera tal que muchas veces no se justifica pagar ese precio adicional. Ello ha desplazando una parte del mercado hacia el transporte marítimo. 11
8.2. Mejora en la obtención de información confiable

Estos fenómenos han trastocado todo el panorama de la información, la obtención de datos confiables y el análisis y las previsiones de riesgo. La comunidad especializada está trabajando fuertemente en la detección de las vulnerabilidades.

Los riesgos se pueden clasificar en tres tipos:

  • Riesgos conocidos. Son aquellos que pueden ser medidos, entendidos, en los que las probabilidades de ocurrencia del evento pueden ser definidas, si bien con las inseguridades que todo análisis probabilístico supone.
  • Riesgos que no se puede conocer de antemano cuando ocurrirán. Son aquellos que están correctamente definidos pero en los que no es posible establecer las probabilidades de un evento. El terrorismo es un ejemplo.
  • Riegos que aún no han emergido, desconocidos. Son riesgos que todavía no han sido comprendidos como tales, por lo que no están correctamente definidos y su ocurrencia es sólo especulativa. Éstos son los que más preocupan a la industria. Como hipótesis se barajan los daños resultantes de combinaciones de riesgos conocidos que podrían generar una tormenta perfecta. 12
8.3. Seguros complementarios

El objetivo es que se establezcan fondos específicos destinados a cubrir los daños y perjuicios ocasionados por la actividad aeronáutica que no sean cubiertos por el sistema formal de seguros.

8.4. Actualización del Convenio de Roma

En el ámbito de la OACI se está trabajando con vistas a una nueva Convención. Sobre este punto diremos solamente que debería eliminarse el criterio de indemnizaciones en función del tonelaje de las aeronaves, dado que hoy en día la extensión del daño no guarda relación con esa variable. Tanto un avión de gran porte como una avioneta puede ser un vehículo que genere daños catastróficos.

9. Nuestra posición

Entendemos que nos encontramos ante un estado de riesgo global que afecta a toda la población mundial y a todo el desarrollo humano tal cual lo conocemos. En efecto, algunos siniestros, como el terrorismo, actúan sobre los Estados o sobre determinadas organizaciones. Otros, como los desastres naturales o las pandemias, afectan a la civilización en su conjunto.

Hoy el terrorismo utiliza al transporte aéreo como vehículo, pero si encuentra otro más apto, rápidamente lo sustituirá. Entonces, lo que se está tratando de proteger ya no es la aviación, sino a los Estados, organizaciones y modos de vida de la civilización, corrigiendo sus vulnerabilidades ante tales eventos, una de las cuales es, hoy día, el medio aéreo.

Cuando el siniestro es producto de un desastre natural, afecta las comunicaciones, el agua potable, la energía eléctrica, el sistema satelital, etc. En síntesis, atenta contra toda la forma actual de vida y el grado de avance de la civilización.

Frente a este panorama debemos volver al principio del texto, cuando expresábamos que el seguro comprende a un conjunto de personas o cosas sometidas a un mismo riesgo. Ahora debemos preguntarnos si el grupo de riesgo es la industria aeronáutica en su conjunto (transportadores, constructores de aviones, empresas de leasing, aeropuertos, servicios accesorios, etc.) o si lo es toda la humanidad.

En consecuencia, nos preguntamos si no será el caso de que los Estados sean considerados como centro de imputación de los daños por ser a quienes les toca velar por la seguridad. 13

Entendemos que es excesivo cargar a la industria aeronáutica todo el peso de un gasto en materia de seguridad, cuando las amenazas no se proponen desestabilizar esa industria sino que tratan de afectar a un Estado. Si estamos de acuerdo en que los riesgos globales están instalados, llegaremos a la conclusión de que su mitigación debería ser soportada por todo el colectivo mundial.

Entonces serán insuficientes la adaptación del Convenio de Roma y la formación de fondos mutuales o de garantía, del tipo que sean, cuyo espectro abarque solamente a la industria aeronáutica. No es posible que a mediano plazo ésta pueda soportarlo, además de que rápidamente los nuevos acontecimientos demostrarán su inconsistencia.

La imposición de exclusiones para la aeronáutica y respecto a determinados riesgos no implica que no puedan imponerse otras para riesgos diferentes, en esta u otras áreas (pensemos, por ejemplo, en la gripe aviar). Y cuando se establece una exclusión lisa y llana es porque la industria del seguro no tiene metodología para analizarla o capacidad de soportarla y la actividad objeto del seguro carece de aptitud para tolerarla.

Los sectores vulnerables son, además de la industria del transporte, las industrias localizadas, los negocios particulares, el comercio exterior, los estados, las comunicaciones, el abastecimiento de agua potable y energía eléctrica, el saneamiento y toda otra actividad que participe económica o socialmente de esta forma de vida. Todos ellos constituyen el grupo susceptible de sufrir los siniestros catastróficos: terrorismo aeronáutico y terrorismo en general, efectos del cambio climático, pandemias etc.

En consecuencia, entendemos que son todos sus integrantes quienes tienen que participar en su aseguramiento.

Desde ese punto de vista, la problemática ya no estará restringida a seguros comerciales privados que compensen daños por el ejercicio de la actividad aeronáutica. Se deberá enfocarla como un asunto fiscal, parafiscal

o tributario, en el cual deberá participar todo el sistema mundial y cuya recaudación esté a cargo de todos los estados, a fin de establecer mecanismos universales de compensaciones por daños catastróficos.

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* Abogado.

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Notas

1 Lucien Febvre: Combates por la historia, Barcelona: Ariel, 1970 (edición original en francés: 1953).

2 Fernando Aguirre Ramírez y Cecilia Fresnedo: Seguros marítimos. Montevideo: Fundación de Cultura Universitaria, 1999, pp. 9 y 10.

3 Comisión Nacional de Seguros y Finanzas, México: Circular S-10.1.18, 2004.

4 Mario Folchi: “Impacto del terrorismo aeronáutico en la contratación de seguros”, exposición en el Seminario de Actualización en Derecho Aéreo, México, 19-21 de mayo de 2004, disponible en ‹http://www.sepla.es/news/archives/ 2004_06_08.php› (consulta: agosto de 2006).

5 Enrique Mapelli López: Seguridad aérea y terrorismo e indemnización de daños causados a terceros en la superficie.

6 César Cisneros Salvatierra. Perú.

7 World Economic Forum.

8 Patricia López Gonzáles: “El reaseguro”, disponible en http://www.ilustrados.com /publicaciones / EpyAuullEuDHKhQjsp.php› (consulta: agosto de 2006). Colombia

9 WP / 118.

10 Nota de 17/08/2004 A35-WP/97

11 José Pedro Pollak: Relato de las Jornadas Iberoamericanas de Derecho Aeronáutico, Montevideo, diciembre de 2003.

12 Prof. Diebold Wharton A School. World Economic Forum. Global Risk 2006.

13 Conferencia de María Angélica González en 30 años del CIDAE, Montevideo, 2005.

 

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